45 años del Serie 3: El auto que definió el segmento del sedán deportivo

Ya van siete generaciones del BMW Serie 3 y su reputación es una de las más sólidas en la industria automotriz. Es el referente histórico de los denominados “sedanes deportivos” e incluso hay quienes sostienen que todo auto aspira a ser un Serie 3. Pero estos títulos grandilocuentes no vienen de cualquier parte, pues ya […]

Ya van siete generaciones del BMW Serie 3 y su reputación es una de las más sólidas en la industria automotriz. Es el referente histórico de los denominados “sedanes deportivos” e incluso hay quienes sostienen que todo auto aspira a ser un Serie 3. Pero estos títulos grandilocuentes no vienen de cualquier parte, pues ya son 45 años desde que el Serie 3 E21, dio inicio a este linaje automotriz.

En julio de 1975 BMW presentó un sedán de dos puertas diseñado por el francés Paul Bracq, quien ya tenía en su portafolio el diseño del primer Serie 5 en 1972. Este modelo en cuestión, de líneas similares al Serie 5 pero con un talante más deportivo, era el Serie 3 y venía a dictar cátedra sobre desempeño en un traje elegante.

Sin embargo, esta impronta no era capricho ni ambición, sino más bien una responsabilidad con la que nació por ser el descendiente directo de la Serie 02. Ese auto fue uno de los modelos que salvó a BMW de un muy mal pasar económico a principio de los 60s que casi la lleva a la quiebra. También es el auto con el que BMW comienza a establecerse como un fabricante premium que ofrecía productos claramente más deportivos y de mejor valor que los Mercedes-Benz de la época.

Hacerse cargo de esa tarea definía dos elementos clave para el E21. El primero, era su tamaño. La Serie 02 era el vehículo compacto y deportivo de la gama de BMW en la época. El Serie 3 tenía por encima al Serie 5 y la diferencia con este auto debía ser sustantiva, pero el Serie 3 debía tener más cuerpo del 02. Por eso su longitud aumentó 12 centímetros hasta los 4,35 metros.

En segundo lugar, estaban sus motorizaciones. El buen desempeño del 02 y de muchos otros deportivos europeos coetáneos provenía de un buen chasis y de motores muy eficientes para su tamaño. Además, el mundo venía recién saliendo de la Crisis del Petróleo y los clientes pedían motores de baja cilindrada y consumo. Con esto, el Serie 3 ya creaba la identidad que lo acompaña por más de cuatro décadas: la del sedán compacto y deportivo.

El E21 llegó al mercado en 1975 con cuatro motores de la familia M10. Estos eran todos de cuatro cilindros y funcionaban con gasolina regular en lugar de la súper, lo que los hacía más económicos de usar e ideales para el contexto económico.

Los focos frontales dobles se quedaron en BMW como parte de su imagen.

En esos tiempos el nombre del modelo todavía se correspondía con la cilindrada del motor que usaba. Por ejemplo, el 316 tenía un motor de 1.6 litros. Ese motor, el menos potente en el lanzamiento, tenía 90 hp. El 318 conseguía 98 hp y el 320 llegaba a 109 hp.

La cuarta versión tardó hasta el fin de ese año y se llamó 320i. Aquella “i” indicaba que era un motor con inyección de combustible en lugar de un carburador, lo que alzaba impetuosamente la potencia hasta 125 hp. Estéticamente, los modelos con los motores de dos litros se diferenciaban de las otras dos versiones por sus fascia con focos dobles.

El retorno a los motores de seis cilindros

Una pieza fundamental e imprescindible en la historia de BMW son sus motores de seis cilindros en línea y no podía haber Serie 3 sin uno de ellos. En el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1977 BMW hizo la presentación de nuevas versiones de sus modelos vigentes cuya principal novedad no era nada más ni menos que el motor M20, de seis cilindros en línea.

El E21 particularmente recibió dos nuevas variantes: el 320/6 y el 323i. El primero usaba el motor M20B20, que tiene 2 litros de cilindrada y usa un carburador Solex para entregar 121 hp y 160 Nm. Este modelo reemplazó al 320 en la gama del Serie 3.

La doble salida de escape es un indicio inequívoco de estar frente a un 323i.

El 323i, por su parte, llegaba a reinar la Serie 3 con su motor M20B23 inyectado de 2.3 litros y sus frenos de disco en sus cuatro ruedas. Con esa capacidad podía desarrollar 143 hp y 190 Nm, y realmente hacer que este pequeño sedán se moviera más brío que el 320i, modelo al que reemplazó. Esta versión se ofreció opcionalmente también con dirección asistida, una transmisión de 5 velocidades deportiva con patrón “dogleg” y un diferencial de deslizamiento limitado al 25%.

Al año siguiente hubo cambios en las versiones inferiores y comenzó la discordia entre la nomenclatura de los modelos y el tamaño de los motores. El 316 agrandó su motor hasta los 1.8 litros y, aunque mantuvo sus 90 hp, mejoró sustancialmente sus prestaciones. Apareció también el 318i que, así es, usa un sistema de inyección en su motor 1.8 y logró generar 105 hp.

El doble ángulo que forma la ventana trasera es el famoso «codo Hofmeister», un tercer elemento identitario de BMW desde los 60s.

En 1979 golpeó la segunda crisis del petróleo y para 1980 BMW notaba que al Serie 3 le hacía falta una nueva versión de acceso. Así nació el 315. Este modelo empleó el motor 1.6 pero que en esta forma rendía 75 hp, pues estaba configurada para que ofreciera un menor consumo de combustible. Este fue el último E21 en producción e incluso se produjo en paralelo con la generación siguiente -el E30- hasta diciembre de 1983.

En 1981 el Serie 3 ratificó su éxito comercial con su primer millón de unidades producidas, el primero de los más de 15 que lleva hasta hoy con sus siete generaciones. En ese momento se convirtió en el BMW más vendido hasta ese entonces. Pero no sólo era un éxito de ventas.

Los riñones en la parrilla de los BMW son otro elemento fundamental en la marca.

El fabricante bávaro del isologo de la hélice había logrado diseñar un auto que era un ejemplo a nivel dinámico, que era práctico, sencillo, pero refinado y correctamente diseñado en torno al conductor por su posición de conducción y la respuesta de los mandos que importan en la conducción. Son estos atributos los que provocan a uno que otro osado ciudadano a afirmar que este es el auto al que todos aspiran llegar a ser. Aunque no haya acuerdo, argumentos hay para debatirlo.

Soy un tipo sencillo. Cuando chico me picó el bichito de la pasión por los autos y los síntomas todavía no se me pasan. Los efectos secundarios me llevaron a estudiar periodismo. Hoy estoy acá para entregarme a quienes leen a la naranja.