[Test Drive] Mazda MX-5: Un juguete para grandes

Pocos son los modelos que pueden decir que encantan hace 25 años, el MX-5 de Mazda es uno de ellos. El Miata para los amigos, es un roadster pequeño que desde siempre ha atraído miradas y hoy más que nunca con su cuarta generación ya rodando por las calles de Chile.

Tomamos la versión de transmisión automática de este legendario modelo y lo probamos durante una semana y debemos decir que inmediatamente se siente el concepto Jinba Ittai de la marca japonesa, que significa “caballo y jinete unidos en uno”, pues practicamente nos «calzamos» el auto para quedar en una posición de manejo justa que, con el techo abierto, solo nos deja el cielo como límite.

Por Fuera

Agresivo y deportivo. Esos son los primeros adjetivos que se vienen a la mente al ver un Mazda MX-5, tiene una cara de chico malo de temer, sus líneas angulosas a ratos le dan la apariencia de una peligrosa serpiente. Destacan sus ópticos delanteros pequeños, casi tapados por el capot como si se tratara de párpados. De nariz amplia y alargada con robustos pasos de rueda el MX-5 es todo hacia adelante, dejando un pequeño espacio para el habitáculo que queda prácticamente encima del eje trasero, lo que otorga una sensación de manejo única.

Su cola es breve, pero no menos importante, pues aloja el techo retráctil y un maletero de una capacidad superior a la que uno se imaginaría en un automóvil como este.

El techo es de lona, fiel a la tradición del modelo -aunque en su versión anterior incorporó techo duro-, pero nuestras expectativas se ven un tanto trastocadas al descubrir que abrirlo requiere de una contorsión importante desde dentro del habitáculo, pues no es eléctrico. Los más puristas dirán que «el Miata siempre ha sido así», pero ya con el año 2016 encima y con su moderno look, el techo manual decepciona un tanto.

Look increíble, agresivo por donde se le mire. El techo manual, un pecado. 17/20

Por Dentro

No apto para claustrofóbicos, pero para quienes gustamos de sensaciones deportivas dentro de un automóvil, el habitáculo es justo lo que necesitamos. «Egoísta» dirán algunos al enfrentarse a un interior biplaza sin posibilidades de ni siquiera un niño pequeño tras los asientos, pero es un MX-5, un ícono entre los convertibles biplaza, donde incluso a ratos el asiento del acompañante sobra. Si, nuestro espíritu deportivo nos hace pensar en la butaca única de carreras de vez en cuando.

Tiene todo lo que necesitamos gracias al paquete Mazda Connect que incluye pantalla táctil de 7 pulgadas con opción de mando giratorio en la consola central detrás de la palanca de cambios. En el display se puede controlar el interesante sistema de audio Bose de nueve altavoces, el sistema Eco Display que permite gestionar el consumo de combustible y el GPS incorporado.

Sus asientos de cuero tienen muy buen tacto, pero nos hicieron falta algunos reglajes adicionales para acomodar la butaca detrás del volante. En un viaje largo se extraña un ajuste lumbar y -volviendo a la tecnología que aparenta y los tiempos que corren- podría haber montado reglajes eléctricos, sobretodo tomando en cuenta que hace falta más de algún ajuste para quedar cómodo dentro del pequeño habitáculo, el que sin embargo a cielo abierto se hace infinito y acogedor. 18/20

Tren Motriz

El Mazda MX-5 monta un motor de 2.0 litros asociado -en nuestra versión de prueba- a una transmisión automática de 6 velocidades, generando 158 caballos de fuerza con un par motor de 200 Nm a las 4.600 RPM. Se siente bien, pero no lo deportivo que aparenta ser. Sería injusto tildar al Mazda MX-5 de un «auto lento», pero probablemente a más de alguno le hizo ruido leer que tiene solo 158 caballos de fuerza, gana eso si con los 1.063 kilos de peso.

Probablemente le juegue en contra la transmisión automática, que de hecho según catálogo lo hace ser casi un segundo más lento de 0 a 100 km/h respecto de su versión mecánica. Sin embargo lo que pierde de deportividad con la transmisión automática lo gana con detalles como los paddle shift al volante que permiten conducir en modo secuencial sin quitar las manos del volante.

Cabe destacar que durante la elección de el Auto del Año, probamos la versión mecánica del MX-5 y debemos decir que es «otro auto», pues todas las dudas que nos dejó su versión automática fueron despejadas en la prueba en pista con la transmisión old-school como nos gusta a quienes tenemos espíritu más deportivo. Este favor que le hace la caja mecánica hace que nuestro puntaje inicial suba. Se queda con 18/20

Al Volante

Siempre es un agrado manejar un automóvil con tracción trasera, pegado al piso y con el eje posterior prácticamente tras el asiento, eso es el MX-5. Un automóvil que de vez en cuando permite ciertas licencias de irse de cola y otorgarnos esa sensación de derrape controlado inigualable.

Si a lo anterior le sumamos un buen sonido de motor y un techo abierto de par en par, tenemos una sensación de manejo perfecta.

Quizás esa perfección se diluye un tanto al manejar con el techo cerrado y encontrarnos con un espacio pequeño y con una insonorización un tanto deficiente, pero son detalles que se le perdonan a los íconos. 17/20

Valor

El Mazda MX-5 es un juguete para niños grandes y como tal, su precio es de «juguete de niño grande», se comercializa en dos versiones: Transmisión mecánica y transmisión automática. La primera tiene un valor de $18.490.000 y la segunda un millón más, pero que desde ya recomendamos ahorrarlo, pues toda la esencia del MX-5 está en la transmisión mecánica.

Es un precio bastante justo para un convertible ícono capaz de atraer miradas. Obviamente nadie piensa en la funcionalidad familiar que puede tener un MX-5 por lo que probablemente su enfoque sea directamente personas solteras o padres de familia que vean en el MX-5 su segundo auto ideal. 18/20

• Por Fuera: 17/20
• Por Dentro: 18/20
• Tren motriz: 18/20
• Al Volante: 17/20
• Valor: 18/20
• Total: 88/100

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