De todas las víctimas que ha dejado la debacle económica durante este año, supongo que una de las que más me duele es esta: La alemana Karmann, empresa especializada en la fabricación de convertibles y responsable de poner en las calles versiones superequipadas de los autos más deseados del mundo, se declaró en quiebra esta mañana.
La noticia cae como balde de agua fría para los entusiastas del mundo motor, porque cada creación que sale de sus talleres da para hablar por sus diseños, las recreaciones de autos maravillosos que ya sin modificaciones eran perfectos y exquisitas características técnicas que superan con creces el estándar de los fabricantes.
Sin embargo, los más afectados son sus 3.740 trabajadores, quienes pierden de inmediato todos los beneficios que la empresa -uno de los mejores lugares para trabajar en europa- les ofrecía y ven en serio riesgo sus fuentes laborales. De verdad, una pena.
