En mis tiempos, no existían las marcas nuevas (ya bueno, esta bien, SsangYong, Lexus, Infiniti y Acura, por nombrar). Todas llevaban mucho tiempo en la historia, y obviamente las mas clásicas son las que se dedicaban a hacer los deportivos más exóticos o los más deseados. Por ejemplo Chevrolet (lo quieran o no, el Corvette seguirá siendo el exótico de los pobres) data de 1911, Aston Martin de 1913, Jaguar de 1922, Porsche en 1931, Honda (ellos hicieron el NSX, tu argumento es invalido) en 1948, Ferrari en 1949 comenzó la producción de autos deportivos que no fuesen de competición, Lotus en 1952 y Lamborghini en 1963, entre otros (Audi, Mercedes-Benz, Bugatti, McLaren)
Sin embargo hay otras marcas que han comenzado a escribir su historia muy recientemente. Es el caso de Koenigsegg en 1994 y el que comentaremos hoy, el de Pagani en 1992. Y son estas marcas las que han creado un nuevo género, que los coloca sobre nuestros queridos Porsches, Ferraris y Lamborghinis. Son los Bentley y Rolls-Royce de los superautos, elevando la vara a un nivel de sofisticación, exclusividad y artesanía que les ha hecho acreedores automáticamente de un espacio en el gran libro de superautos del mundo (si ese libro existiese), sin importar el que lleven tan poco tiempo con nosotros.
El Pagani Huayra es una obra de arte, que traspasa las épocas. Al mirarlo pareciese que tiene más historia que Porsche, más pedigree y potencia que Ferrari (y sin incendiarse) y más estilo y precisión que un Lamborghini. Es un auto que toma la belleza del arte y la pone en función de la más meticulosa ingeniería. Un resultado asombroso que podrás disfrutar en 720p con el breve documental que te dejamos a continuación. Pornografía Tuerca, al más puro estilo Racing5.
