[Review] RAM 1000: una navaja suiza de diario

Para ser franco, en Racing5 nos gustan los experimentos. La RAM 1000 no es una camioneta mediana tradicional, ya que nace con una plataforma derivada de un SUV. Esto la acerca mucho a la ciudad y la divorcia de la faena pura y dura, pero en el punto medio encuentra una polivalencia que la caracteriza. […]

Para ser franco, en Racing5 nos gustan los experimentos. La RAM 1000 no es una camioneta mediana tradicional, ya que nace con una plataforma derivada de un SUV. Esto la acerca mucho a la ciudad y la divorcia de la faena pura y dura, pero en el punto medio encuentra una polivalencia que la caracteriza. Ahora, para bien de RAM, este experimento funciona, pero con una gran condición.

Sus 4,91 metros de largo y 1,84 metros de ancho ya sugieren diferencias importantes: no es tan grande como suelen ser las camionetas medianas. Específicamente, esta versión es 4×2, pero a las ruedas delanteras. También hay continuidad en la chapa del habitáculo y la de la caja de carga; claro, pues es un vehículo monocasco. Y, por cierto, todas las versiones son automáticas. Algo similar ya se le conocía a Honda con su Ridgeline, pero RAM quiso hacer un producto más aterrizado a nuestra región. ¿Y qué implica eso?

Dos sabores: Big Horn y Rebel

Primero, las novedades anatómicas. Ya desde su fascia es posible notar la diferencia de altura con una camioneta mediana tradicional. Si estas son cuadradas, altas y parecen hechas en bloques, la 1000 contrasta con su frontal muy redondeado y su capó que incluso baja hacia la máscara. Además, desde ahí ya se trazan las líneas acuñadas de su perfil, algo más al estilo SUV.

Esta diferenciación física tiene un contrapunto en una reducida caja de carga. No llega a ser chica, pero es ciertamente menos práctica que las alternativas tradicionales en el segmento. Ojo con el portón dividido, porque si bien facilita alcanzar los objetos que están al fondo de la caja de carga, se hace difícil o imposible abrirlo en estacionamientos ajustados. Ahora, la funda de lona marítima —original de Mopar— es un puntazo de equipamiento en todas sus versiones.

En pantalla se muestra la versión Big Horn Night Editión de esta RAM. Este último apellido hace referencia al paquete estético que ennegrece las llantas, la parrilla frontal y agrega una calcomanía a los costados del pick-up. Aunque su diseño tiene ganas de buscar aventuras, hay que tener claro que no está pensada para ser una cabra salvaje trepadora de cerros, tanto por cotas como por mecánica.

La variante Rebel, además de usar otro grupo motopropulsor, reemplaza las llantas de 16’’ de la Big Horn por un juego de 17’’ envuelto en neumáticos todoterreno. Ahora, lo interesante aquí es que el neumático también crece en perfil, lo que le da casi un centímetro extra de altura con respecto al suelo.

Las tres versiones de la RAM 1000 tienen bien cubierto el tema “seguridad”, ya que incluyen: 7 airbags, control de estabilidad y tracción, anclajes ISOFIX, cinco cinturones de tres puntas y monitor de presión de los neumáticos. En la versión más completa se agrega un asistente de mantenimiento del carril y un freno autónomo de emergencia.

Para sellar el interior de la 1000 hay que cerrar las puertas con ganas y fuerza. Los burletes son efectivos, pero ponen resistencia. Esto parece un detalle menor, pero es el primer indicio de la sofisticación de este interior, especialmente para tratarse de una camioneta mediana. Ojo, que no hay que buscar materiales lujosos ni nada muy extravagante, sino que la sorpresa viene en el diseño y la integración tecnológica.

Primero, el panel de 8,4’’ que domina el salpicadero. Este usa una variante del conocido sistema Uconnect del grupo FCA y cuenta con Android Auto y Apple CarPlay. Aunque es muy completo, cuesta aprender a navegar por la infinidad de menús que ofrece. También tuvo inconvenientes de conexión con la interfaz para teléfonos Android. A esto se suma un cuadro de instrumentos completamente digital de 7’’ como equipamiento estándar que, si bien no se aprovecha del todo con información, es agradable a la vista.

Si a lo ya dicho se suma el razonable sistema de audio, la buena climatización, los cómodos asientos delanteros, el adecuado espacio para los ocupantes traseros y la practicidad agregada del formato pick-up, se entiende completamente la teoría del experimento de RAM. Hasta ahora, resulta ser una camioneta mucho más cercana al uso real que los particulares hacen en ciudades y carreteras. Pero ¿se maneja bien?

Dinámica y cabos sueltos

La RAM 1000 Big Horn como la de esta prueba usa un motor de 1.7 litros sin turbo y una transmisión automática de 6 velocidades acoplada solamente al tren delantero. Esta versión es una de las pocas opciones gasolineras en el segmento, aunque la Rebel monta un motor turbodiesel de 2 litros y tiene tracción en sus cuatro ruedas.

Para ser directos, los 130 hp y 170 Nm se hacen insuficientes en casi cualquier circunstancia. El motor en sí es suave, relativamente silencioso y tiene una potencia adecuada para sus características, pero se ve fuera de lugar en un vehículo de estas proporciones. Así, los adelantamientos, aceleraciones en pendientes e incorporaciones al tráfico deben ser ejecutadas con mucho espacio para que sean seguras. Afortunadamente, la caja automática se empeña en suavizar los movimientos.

El conjunto tampoco puede aprovechar su baja cilindrada para reducir el consumo de combustible, porque el motor se ve constantemente exigido más allá de sus capacidades. En ciudad, conduciendo con cierta amabilidad, se observaron consumos entre los 6 y 7,5 km/l. En carretera se llega a ver un rendimiento de 12 km/l, aunque fácilmente puede bajar si se enfrentan muchas cuestas o se carga el vehículo.

Con respecto a cargas, RAM indica que la 1000 puede transportar hasta 650 kilos de carga en la versión Big Horn y hasta una tonelada con la Rebel. Durante la prueba no pudimos acarrear mucho peso, pero el panorama no pinta muy bien por la falta de potencia. Dicho eso, el motor turbodiesel con su gran torque a bajo régimen debería solucionar las faltas del propulsor gasolinero y mejorar mucho la experiencia con esta camioneta, que tiene mucho de bueno por otros lados.

En total contraste con el tema motriz, la puesta a punto de la suspensión es superlativa. Esta es la camioneta mediana más cómoda que hay en el mercado chileno, principalmente gracias a la carrocería monocasco y a la suspensión trasera multibrazo. Es notable cómo esta RAM filtra las irregularidades de las calles y suaviza las ondulaciones y lomos de toro. Incluso, es tan poco lo que se siente en el habitáculo que llega a surgir la tentación de superar estos eventos a más velocidad de la que uno debería.

Lo tremendo es que esta comodidad no le pasa la cuenta en las curvas ni a velocidades de carretera, ya que conserva un muy buen aplomo y se evitan balanceos exagerados. Al rato, la RAM 1000 da la impresión de comportarse como un SUV más que como una camioneta. Es ahí cuando el capricho busca una mejor insonorización de la cabina, aunque esta ya es buena para tratarse de una camioneta mediana.

Una propuesta distinta

La RAM 1000 es para un perfil de usuario muy distinto al de una camioneta mediana de trabajo u ocio. Este es un vehículo que entrega mucha practicidad para quien necesita llevar objetos grandes y livianos en una caja de carga, que se mueve en la ciudad y desea mantener la comodidad de un SUV. En caso de requerir más agilidad, fuerza de arrastre y tracción a las cuatro ruedas, sólo hay una opción: la 1000 Rebel.

La gama inicia con la versión Big Horn (a secas), que incluye focos principales LED, climatizador, control de velocidad crucero, tapiz de cuero sintético, cámara y sensores de retroceso, entre otros, por $21.408.100. La Night Edition agrega sensores proximidad delanteros, luces frontales automáticas y sensor de lluvia por el total de $22.598.100. Finalmente, culmina con la Rebel, que suma un par de asistencias a la conducción, encendido por botón e iluminación ambiental; implica la suma de $29.143.100.

Soy un tipo sencillo. Cuando chico me picó el bichito de la pasión por los autos y los síntomas todavía no se me pasan. Los efectos secundarios me llevaron a estudiar periodismo. Hoy estoy acá para entregarme a quienes leen a la naranja.