Cote Pérez de Arce a una vuelta de definir la carrera de su vida

Aunque el haberse subido a competir en un kart a los 11 años parezca prematuro, su pasión por el automovilismo le fue infundida incluso desde antes de nacer. Su familia la ha apoyado con sus más de 3 décadas de experiencia en las pistas, pero actualmente no cuentan con la espalda económica ni los auspicios […]

Aunque el haberse subido a competir en un kart a los 11 años parezca prematuro, su pasión por el automovilismo le fue infundida incluso desde antes de nacer. Su familia la ha apoyado con sus más de 3 décadas de experiencia en las pistas, pero actualmente no cuentan con la espalda económica ni los auspicios para seguir su carrera deportiva en la Formula Renault Eurocup. El plan B de Cote, la Mujer Más Rápida del Mundial ROK Cup de 2017 y 2019, es otro tipo de carrera: una universitaria.

En el deporte motor le llaman Cote y se muestra como “una persona muy tranquila, bien madura”, según la expilota chilena Francisca Aceitón. “Nunca digo que soy piloto, la verdad, siempre soy yo, estudiante, tercero medio. Soy súper tímida y vergonzosa”, admite Pérez de Arce, de 16 años.

Todos los fines de semana se dirige a Lampa Kart Center, se pone su traje, su casco y se sube al kart 299. Mientras da vueltas en la pista parece como si fuera uno más entre los pilotos, aunque es la única que usa los colores azul, rosado y blanco en su auto y atuendo. Sin embargo, también la conocen por ser la campeona de la categoría Junior de la ROK Cup Chile 2019 y la única pilota chilena que ha representado al país en competencias internacionales, específicamente en el campeonato ROK Cup en Italia, Estados Unidos y Brasil.

El año pasado avanzó a la categoría Senior de la misma competencia y terminó la última carrera del 28 de noviembre en el segundo lugar, pocos segundos detrás de Enzo Montecinos. “Él es mi mayor rival ahora”, dice Cote, aunque hoy sus ojos ven más allá de la siguiente curva en el kartódromo y de cuánto le falta para alcanzarlo. Su objetivo es dar el salto hacia los autos de “fórmula” o monoplazas.

En 2019 tuvo sus primeros acercamientos con los autos de ruedas descubiertas y carga aerodinámica. Primero probó en la Fórmula 3 chilena, hito que la convirtió en la mujer más joven de Sudamérica en conducir un monoplaza. Luego participó en la Fórmula Codasur, competencia internacional donde pudo aprender de pilotos como Javier Scuncio, Martín Scuncio, Vicente Bas y Alejandro Sepúlveda, profesionales de mucha mayor experiencia. “Todavía me falta un poquito para llegar a pelear un lugar con ellos, pero están en la pista conmigo y son los mejores”, explica ella.

Pese a que el karting es la escuela y conducto regular para llegar a competir en fórmula, las diferencias entre ambas máquinas son radicales. Quien se sienta en la gradería del Autódromo Internacional de Codegua ve cruzar a los Codasur frente a sus ojos por sobre los 200 km/h a través de la recta principal; en el karting se conduce con una rapidez que ronda los 100 km/h. El auto de fórmula es carrozado y envuelve al piloto; en el karting se maneja al descubierto más conectado al roce del auto con el suelo, el viento y, lógicamente, a los impactos contra otro autos o las barreras.

Este es el primer paso de las aspiraciones de Cote de llegar a la W Series, la categoría femenina de monoplazas cercanos a un Formula 2. “Ese sería el sueño… por ahora, porque todavía no aceptan mujeres en la Formula 1 (…) pueden hacer test y esas cosas, como Tatiana Calderón [pilota de pruebas de Alfa Romeo Racing Orlen Sauber], pero no aceptan que corran oficialmente”, comenta la campeona de ROK Cup Chile de 2019.

Destreza de muñecas

En un breve momento de su tarde, Cote Pérez de Arce responde una entrevista en su dormitorio por Zoom. Está cerrando el semestre, su tercero medio, y tiene poco tiempo para conversar sobre ella misma. “Me va bien, siempre he sido buena alumna y súper responsable, porque me gusta dejar todo listo”, explica, ya que de esa forma los compromisos escolares no interfieren en su impostergable entrenamiento. Tras ella se ve el trofeo del segundo lugar en la categoría Senior del corto campeonato de la ROK Cup Chile de este año. Ese, sin embargo, es uno de los muchos que ha recibido desde que comenzó a correr.

La primera vez que ella se subió a un kart tenía 10 años. Toda su vida había visto a su familia participar del automovilismo, particularmente a su papá como preparador mecánico y a su hermano como piloto por 8 años. Era natural para ella la pulsión de querer llegar a correr en las pistas. Incluso a sus tempranos 7 años ya le pedía a su padre la posibilidad de subirse a un kart para competir. Pese a los antecedentes familiares, fue la expilota Nicole Tapia quien le concedió este deseo.

“Lo recuerdo perfectamente”, dice Patricio Pérez de Arce, papá de María José. En la pista había otros pilotos de la misma edad entrenando, pero ellos ya llevaban hasta cinco entrenamientos y estaban más familiarizados con la experiencia. “Llegamos con María José y a contar de la vuelta tres empezó a marcar una diferencia”. Los primeros kilómetros de la carrera deportiva de su hija ya eran más rápidos que los de sus pares. Así, entonces, llegó el momento para Patricio de afrontar sus aprensiones: “’¿Sabes qué?’, le dije yo a mi mujer, tenemos que hacer algo. O la apoyamos o la sacamos. ‘Ya, démosle’, me dijo”.

Cote y su padre, Patricio Pérez de Arce.

El 28 de abril de 2015 la Cote cumplió 11 años y recibió de parte de sus padres un auto de kart con el que ella iba a poder correr. Al día siguiente estaba a las 6 de la mañana pidiéndole a su papá que fueran a la pista a probar el auto. En 2016 ya comenzó definitivamente su primera temporada en el karting.

“Cuando me tocó ir a verla a Lampa Kart Center a entrenar yo no podía creerlo. No podía creerlo. Era como ‘¿de verdad va a fondo todo el rato’?” comenta Francisca Espinoza, quien hoy es su periodista gestora de prensa y también pilota de karting. Ese nivel de asombro difícil de superar que expresa la comunicadora es la primera impresión que deja la joven pilota en el circuito.

En la última carrera de la ROK Cup Chile, el pasado 28 de noviembre, Giovanni Ramírez y Pérez de Arce tuvieron un roce con las ruedas de sus autos que envió al piloto al pasto fuera de la pista. “Ella se había tirado (por el adelantamiento) y yo no la vi. Se la jugó, se la jugó bien”, comenta Ramírez. “Para mí es como la mejor piloto de Chile, es la mejor que hay”, reflexiona.

Doble personalidad de piloto

En el automovilismo se disocian las caracteres de los y las atletas entre la vida social y la competencia. Sus autos están listos frente a la línea de partida, ellos se ponen sus cascos, sus guantes, se instalan en sus butacas, quedan en silencio y se concentran. Desde ese momento el casco no sólo los protege de los impactos, sino también de todo lo ajeno a la carrera.

Fuera de las pistas esta joven promesa del automovilismo se muestra como alguien muy reservada. “Ella es muy respetuosa con el trabajo que yo hago” dice su padre. Así se demuestra también cada fin de semana que pasa entrenando, pues publica historias en Instagram en las que se muestra cómo ella también ensucia sus manos ajustando los componentes mecánicos de su auto, tal como hace su padre.

“Con ella nunca va a haber mala onda”, dice Ramírez, quien, si bien no ha compartido muchos espacios sociales con ella, identifica en su comportamiento una cualidad muy peculiar en los pilotos: no se ofende por los altercados en las carreras. Ella siempre asume parte de la responsabilidad, pues son ambos quienes están corriendo lado a lado.

Lo mismo observa Espinoza, pues cree que la deportista ha podido superar la victimización que —ella piensa — las mujeres manifiestan debido a que suelen ser subestimadas en actividades machistas, como lo es el ambiente del automovilismo tanto acá en Chile como en el resto del mundo. Por el contrario de ese fenómeno, María José “siempre va hacia adelante, siempre, siempre, siempre. Así es como yo creo que se ha logrado subir a los podios”, explica la periodista.

Cueste lo que cueste

Durante la pandemia de la COVID-19 Cote revisó con sus padres cuál será su proyecto y su próxima meta, ya que debían definir si quería dar el salto definitivo a los fórmula para continuar una carrera deportiva en categorías internacionales. La alternativa es estudiar medicina que, si bien le apasiona, no la motiva visceralmente como lo hace el deporte motor.

Hoy están buscando auspicios para costear una prueba de manejo que le ofreció un equipo de la Formula Renault Eurocup de España. Su familia, ha tenido recursos suficientes para cubrir las grandes inversiones que significan competir profesionalmente en karting, disponer de un auto de la Fórmula Codasur y participar todos los años en algunas carreras internacionales. Pero, de todas formas, seguir el proyecto en Europa se escapa totalmente del presupuesto y necesitan un apoyo económico fuerte.

Ganar visibilidad es el principal objetivo que el equipo familiar y la pilota se han propuesto para atraer poder económico. Así, por ejemplo, logró ganar nuestra Social Race, que midió cuánta gente movilizan los pilotos chilenos en sus redes sociales. Su victoria en dicha ocasión fue escandalosa contra otros pilotos con mucha más trayectoria, como Chaleco López o Benjamín Hites. Específicamente, consiguió 2.318 likes y alcanzó 3.948 cuentas, contra 539 likes que consiguió el segundo lugar, el piloto de karting “Tuty” Suárez.

No obstante, hoy todavía faltan interesados en prestar soporte monetario y quedan “días” para definir este asunto. “La decisión está tomada. Si no llegan los recursos creo que vamos a tener que hacer nuevamente una inversión… quizás hipotecar parte de nuestro patrimonio”, transparenta el papá de María José, con cierto pudor, pero con evidente compromiso con el sueño de su hija.

Mientras tanto, ella está todos los días antes de las 8 de la mañana haciendo su rutina de ejercicios, publicando en Instagram y buscando nuevos seguidores para poder demostrar lo que la mujer más rápida del karting puede hacer en las pistas.

Soy un tipo sencillo. Cuando chico me picó el bichito de la pasión por los autos y los síntomas todavía no se me pasan. Los efectos secundarios me llevaron a estudiar periodismo. Hoy estoy acá para entregarme a quienes leen a la naranja.