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La información es generada por una cámara ubicada en el parabrisas y a través de un radar instalado en el parachoques delantero escanea el camino hasta 200 metros hacia el frente. Las imágenes se comparan con una base de datos de «formas de peatones» para diferenciarlos de los objetos que normalmente se encuentran en el borde de las rutas.
Si una persona es detectada más adelante y la colisión es inminente, el conductor recibe primero una advertencia sonora y visual. Si no responde, el sistema se prepara para una acción rápida, reduciendo la distancia entre las pastillas y los discos, para luego accionar los frenos automáticamente.
Como todo desarrollo de seguridad, este trabajo requirió de muchas pruebas para ser validado para la calle. No es la idea que el sistema se ande activando en todo momento (falsos positivos), como tampoco que falle en el momento crucial en que una persona va cruzando y el conductor no reacciona. Es así como esta tecnología fue testeada en un circuito cerrado con maniquíes de tamaño natural y fue perfeccionada durante meses en caminos de todo el mundo para verificar su confiabilidad.
«Las pruebas en condiciones reales fueron cruciales. Existen peatones de todas las formas y tamaños y con un número infinito de posturas», dijo Gregor Allexi, Ingeniero de Seguridad Activa de Ford Europa. «Nos llevó más de 500.000 kilómetros poder garantizar que el sistema fue probado con la mayor variedad posible de personas y situaciones.»