Triumph Factory Custom: Llega a Chile la exclusiva Bobber TFC

La tercera integrante de la gama Triumph Factory Custom es la punta de lanza con la debuta en Chile esta refinada y limitada serie del fabricante británico. Este modelo le sube el tono a la Bonneville Bobber a nivel de acabados y de prestaciones, principalmente por la reducción de la masa de los componentes móviles […]

La tercera integrante de la gama Triumph Factory Custom es la punta de lanza con la debuta en Chile esta refinada y limitada serie del fabricante británico. Este modelo le sube el tono a la Bonneville Bobber a nivel de acabados y de prestaciones, principalmente por la reducción de la masa de los componentes móviles del motor.

“Con una producción limitada de 750 unidades, esta edición conserva la silueta baja, minimalista y musculosa de la Bonneville Bobber, pero añade un rendimiento optimizado y mayor presencia gracias a la introducción de múltiples detalles estéticos”, comentó el gerente general de Triumph Motorcycles Chile, Hugo Norambuena.

Este modelo fue presentado en noviembre del año pasado en el Salón de Motos de Milán para hacerle compañía a las Rocket III y Thruxton que ya habían recibido el tratamiento especializado, personalizado y también limitado de Triumph Factory Custom a principios del mismo año. Las unidades destinadas a Chile de estas motos ya están vendidas.

Su motor bicilíndrico de 1.200 cc presenta un 13% extra de potencia y un 4% más de torque, lo que se traduce en 86 hp y 110 Nm. Este último dato de esfuerzo se encuentra en las 4.000 revoluciones por minuto. Asimismo, el corte de inyección está 500 rpm más arriba, en las 7.500 vueltas, lo que repercute directamente en la gratificación del usuario al acelerar.

Pero ¿de dónde sacaron más fuerza y revoluciones por minuto? Hay dos factores clave, según declara Triumph. El primero es la mayor relación de compresión que escaló desde 10:1 hasta 11:1. Además, las inercias del motor a bajas revoluciones se aminoraron en un 39% mediante la sustracción de peso en el cigüeñal, el eje de equilibrado y en el alternador.

Esto es algo no menor, pues la libertad y vehemencia con la que reacciona un motor a las órdenes del manillar depende, en parte, de este factor. También se extrajeron 5 kilos de la tapa de balancines de magnesio, los colectores, la batería y de algunos paneles de carrocería.

Se mantiene la transmisión manual de 6 velocidades con embrague multidisco húmedo y sistema antirebote, que se comunica con la rueda trasera mediante una cadena dorada. Ahora, el sistema de escape ahora es provisto por Arrow con acabados en fibra de carbono y un tratamiento acústico pensado en resaltar las frecuencias bajas.

Acompañado de las prestaciones adicionales, la suspensión fue retocada y recibe el aporte de Öhlins en una horquilla invertida de 43 mm completamente ajustable en la rueda direccional y en el monoamortiguador con reglajes de precarga y extensión de la rueda propulsora.

Los frenos delanteros de doble disco de 310 mm llevan pinzas Brembo M50 de 4 pistones, igual que la Scrambler 1200, mientras que el freno trasero tiene un disco de 255 mm mordido por una pinza flotante Nissin. La maneta del freno es de tipo MCS, ajustable en recorrido y relación.

La electrónica de esta TFC contempla control de tracción desconectable, frenos con ABS, embrague asistido, acelerador electrónico, refrigeración líquida e inmovilizador de motor incorporado en la llave. A los modos de conducción Road y Rain que ya tiene la Bobber de serie, se suma la modalidad Sport con la que aprovechar el desempeño deportivo de esta moto.

Calidad visual

Las motos que reciben el toque Triumph Factory Custom deben tener una identidad única. Por eso la Bobber TFC se lo recuerda al piloto frente a sus ojos con el emblema TFC en el velocímetro. A sólo unos centímetros, en la tija, hay dos placas, una de TFC y otra que indica la numeración de cada moto en la producción limitada a 750 unidades.

En el panel del velocímetro hay una pantalla monocromática que hace las funciones de computador a bordo, ya que despliega un odómetro, el cuentarrevoluciones, un indicador de marcha engranada, muestra la autonomía, el nivel de combustible, el consumo medio e instantáneo, un reloj, dos cuentakilómetros parciales, un indicador de mantenimiento y da acceso a los ajustes del control de tracción.

El cuerpo de esta moto expone un nivel de detalles sumamente meticuloso. El chasis y el basculante, hechos de acero, van pintados en negro mate, a tono con los paneles de fibra de carbono. Ese material también se encuentra en los soportes que sostienen el guardabarros frontal, que es más corto que el de una Bobber convencional.

A un nivel más fino están los rasgos pintados en dorado, los pulidos de los metales sin pintura, los puños con relieve en el manillar, el buje trasero que emula un freno de tambor, el guardabarros trasero que abraza íntimamente la rueda, el contacto de la llave de ignición y muchos más que merecen ser observados detenidamente.

Sin embargo, el detalle estético más notable es el asiento flotante, por su forma, su tapiz de cuero natural, sus costuras y el isologo estampado. Este también es regulable en dos posiciones: una más de estilo roadster, adelantada y alta, pegada al estanque de combustible; y otra más retrasada y baja, más del estilo Bobber.

La singularidad de esta moto y su origen le confieren un paquete de bienvenida y entrega especial que incluye un certificado firmado por Nick Bloor, el CEO de Triumph, un libro personalizado que documenta el diseño de la Bobber TFC, una funda, un estuche para los documentos de la motocicleta y un bolso de cuero.

Soy un tipo sencillo. Cuando chico me picó el bichito de la pasión por los autos y los síntomas todavía no se me pasan. Los efectos secundarios me llevaron a estudiar periodismo. Hoy estoy acá para entregarme a quienes leen a la naranja.