BMW 330i, un ícono de la casa bávara

Con más de 47 años de historia, sin duda la Serie 3 de BMW ya es un ícono de la marca y con esta séptima generación del 330i demuestra que «más sabe el diablo por viejo que por diablo». La propia marca lo define como «un nuevo capítulo del lenguaje de diseño de BMW» y […]

Con más de 47 años de historia, sin duda la Serie 3 de BMW ya es un ícono de la marca y con esta séptima generación del 330i demuestra que «más sabe el diablo por viejo que por diablo».

La propia marca lo define como «un nuevo capítulo del lenguaje de diseño de BMW» y asegura que «replantea con audacia los temas de diseño ya conocidos» y nosotros en Racing5 no podemos estar más de acuerdo con esas declaraciones.

Exuda diseño y elegancia en sus 4,7 metros de largo y derrocha habitabilidad y comodidad al volante gracias a sus 2,8 metros de distancia entre ejes. En su frontal reinterpreta los clásicos riñones de la parrilla de BMW con barras verticales dobles que le otorgan elegancia al conjunto coronado por faros LED con firma lumínica invertida con respecto a su generación anterior.

En el interior todo es diseño, elegancia y tecnología con una infinita pantalla curva de casi 30 pulgadas fruto de la suma de su cluster digital de 12,3″ y su pantalla multimedia de 14,9″. Tras el volante nos sentimos en una excelente posición de manejo para domar los 258 caballos de fuerza de su motor 2,0 litros turbo de cuatro cilindros capaz de desarrollar 400 Nm de torque, empuje que puede controlarse a través de 3 modos de manejo: Eco Pro, Confort y Sport, siendo este último el modo en que despierta a la bestia que habita dentro de este BMW 330i y que desata toda la pasión de manejar un automóvil de muy correcta suspensión y de una dirección por sobretodo precisa.

Ideal para conducir en un autódromo como el Gustavo Felo Rivera de Quilpué donde grabamos este test drive. Sepan por favor disculpar los problemas de audio, pero cuando el viento aparece en un autódromo, aparece de verdad.

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“Soy un amante de los autos casi por genética y con el tiempo he aprendido de mis amigos mecánicos a desenvolverme humildemente en el mundo de los fierros. En los autos encuentro el relajo y tranquilidad que a veces se pierde con la rutina del día a día”.