Javier Campillay logra llegar a tiempo y sigue en carrera después de una noche en el desierto

Fallas electrónicas y una panne de motor impensada casi dejan al binomio Campillay-Juan Pablo Rodríguez fuera de competencia. Este domingo retoman después de un día de descanso para el olvido. “Ya parece una tradición del día de descanso”, bromea Javier Campillay, piloto del Tamarugal Honda Racing, al bajarse de su Ford F150 Raptor, la misma […]

Tamarugal Honda Racing, Dakar 2011

Fallas electrónicas y una panne de motor impensada casi dejan al binomio Campillay-Juan Pablo Rodríguez fuera de competencia. Este domingo retoman después de un día de descanso para el olvido.

“Ya parece una tradición del día de descanso”, bromea Javier Campillay, piloto del Tamarugal Honda Racing, al bajarse de su Ford F150 Raptor, la misma a la que se subió el viernes a las 8 de la mañana en Iquique.

34 horas después, logró llegar justo a tiempo para seguir en carrera, luego de una maratónica sexta etapa en la que por segundo año consecutivo tuvo que dormir en el desierto y batallar con el temor de ser descalificado.

Campillay relata algo de lo que les pasó en esas extenuantes horas. “Partimos ayer a las 8 de la mañana y a los 10 kilómetros tuvimos el primer problema eléctrico que nos tomó como dos horas reparar. Ahí quedamos últimos, y luego comenzamos a adelantar a los rezagados, pasamos a los camiones y en el km. 150 se comenzó a calentar, paramos y nos tocó la panne más difícil que te puede tocar: se salió el tubito de la manguera de agua que va por dentro del motor”, contó el piloto.

Enfrentados a la tarea de desarmar la parte delantera del motor, la pareja chilena contó con la colaboración del binomio argentino de Víctor Mastromateo y Sebastián Gasparini. “Nos ayudaron mucho. Gasparini, el navegante, es muy buen mecánico, así que juntos desarmamos todo y dimos con la fuga, pero ahí nos pilló la noche”, agregó.

Siendo las 23 horas, el grupo decidió avanzar hasta donde fuera seguro, y pararon a la una de la mañana para retomar con el primer rayo de sol. Buscaron refugio en una oficina salitrera abandonada, pero el frío hizo que el descanso fuera casi imposible.

“No descansamos mucho porque hacía mucho frío. Dormimos una hora pensando en que en la mañana la cosa iría mejor, pero en las dunas comenzó a fallar de nuevo, liberamos a los argentinos, y ahí demoramos otras cuatro horas”, indicó Campillay.

Sin potencia y andando en cuatro cilindros, Campillay-Rodríguez sortearon el mar de dunas, cumpliendo con todos los way points. “Hasta por la carretera veníamos apretados y alcanzamos a llegar en el límite del tiempo, muy estresados, pero llegando al fin. Pedimos autorización al director de carrera para llegar más tarde, no nos dejaron, pero sí pudimos salir más rápido”.

Según Campillay, la etapa en general fue muy dura para todos. Durante su espera, el helicóptero bajó varias veces a buscar competidores y en el camino se vio a muchos botados.

Para lo que se viene, el piloto del Tamarugal Honda Racing confía en su camioneta y el trabajo de su equipo. Aseguraron contar con todos los repuestos, la Ford viene sin golpes, “así que ahora la pega la tienen los mecánicos”, aseguró.

“Como camioneta, cuando anda, anda espectacular. Juan Pablo está navegando el descueve y yo estoy manejando muy bien, pero hemos tenido fallas electrónicas, corte de cables. Imagínate que la falla de ayer es imposible que ocurra y nos pasó a nosotros”.

“Soy un amante de los autos casi por genética y con el tiempo he aprendido de mis amigos mecánicos a desenvolverme humildemente en el mundo de los fierros. En los autos encuentro el relajo y tranquilidad que a veces se pierde con la rutina del día a día”.