[Opinión] Nos merecemos más, incluso ¡mucho mas!

En 1966 Juan Manuel Fangio visitaba el Autodromo de Peñuelas (Valparaíso), encantado por su vertiginoso circuito catalogaba de manera firme: “Es el mejor recinto que he conocido, tanto por su trazado natural, por la seguridad para el público, y por el bello paraje en que está ubicado». Éramos tan potentes de nuestra historia natural, pero tristemente sepultados por la burocracia y menoscabo que generan otras actividades. Incluso teníamos potentes callejeros, como lo fueron Curico, Valparaíso, Santiago y la gran carrera disputada entre Puerto Montt y Santiago. Era alucinante.

La historia del automovilismo nacional tuvo una cuna de grandes pilotos, categorías y circuitos, que comenzaban a escribir una historia potente, llena de épocas gloriosas y románticas. Las competencias, aunque fueran en tierra, hacía poner los pelos de punta de un público que vibraba entre los cerros cercanos a los autódromos, ya creando figuras y carteleras de domingo que eran ¡Justas y necesarias!. Era nuestro automovilismo.

Luego vinieron las marcas, quienes apoyaban sin mirar atrás a figuras tuercas, colmaban de banderas y lienzos los coliseos de velocidad, tapizaban completos los buzos inifugos de cada piloto, colmaban las planas de los diarios locales y colgaban lienzos pasa calle en cada ciudad donde iban. Era un furor, era una locura.

La televisión fue cosa de tiempo. Canales nacionales pusieron sus ojos en el automovilismo. ¡Oiga!, ¡Esto es bueno! ¿Y si lo transmitimos?. Fue aquí donde comenzó a crecer otra rama, la transmisión de carreras del turismo nacional, Formula nacional y categorías regionales por la pantalla abierta. Ya podíamos revisar las carreras en la comodidad de nuestra casa. Como olvidar las transmisiones en Vizcachas e incluso en el Autódromo de Villa Olímpica, con transmisiones de canales regionales. Era simplemente hermoso.

En esta otra parte de la historia, otra camada de pilotos se fue formando, viendo de manera televisada carreras de la Indy, que los llevaba a inspirar en algún momento correr a milímetros del paredón norteamericano. El sueño era simplemente bello, el arte de manejar a segundos de la muerte era atractivo para muchos, y me incluyo en mis pasajes de niño, en donde jugábamos en bicicleta a ser un Mikka, un Michael o talvez un Ayrton.

Incluso muchos partieron antes en esta alocada pasión. Un gran número tomaron su buzo y su casco para hacer la carrera hacia el cielo, para juntarse con Rissati, Neil Bonnett, Antonio Ascari, Gilles Villeneuve y Sergio Santander para hacer la última grilla de sus vidas, para bajar la bandera a cuadros eterna.

La historia de nuestro automovilismo es dura, pero novelesca. Apasionada pero aguerrida, quizás un poco sufrida, pero con amor. El siguiente capítulo de nuestro automovilismo es un tanto dura. Ya pocos pilotos eran reconocidos en el exterior, cerraban autódromos nacionales y el apoyo de los medios no era el suficiente. El fervor de otros deportes fue lapidando nuestra pasión.

El crecimiento de nuestro Chile fue aumentando en pasos agigantados. Nuestra cultura se abria a otros medios y a otras disciplinas. La ciudad fue quedando chica y con esto nuestros autódromos tuvieron de patios a miles de personas en sus casas, casi pareadas con nuestros asfaltos de velocidad.

Las normas medioambientales y el crecimiento desmedido fue poniendo candados a circuitos nacionales, en la memoria quedan Peñuela, Placilla, La Portada, incluyendo en algún momento, Vizcachas.

En este último, buses orugas de un nuevo sistema de transporte público, ponían en enteramiento a conductores en el autódromo del Maipo. Era insólito. Ver esto nos rompía el corazón y nos hacía preguntar ¡Porque a nosotros!, mientras encendiamos el televisor para ver el TC trasandino. Quizás una pisca de envidia nos llenaba…”Solo un poco”.

Por otra parte, la querida Villa Olimpica debía crear una nueva cordillera de Los Andes para impedir que el ruido de los motores replicaran hasta las casas mas cercanas, incluso hasta unos buenos kilómetros alejados.

Desde mi sillón, pude ver como los sueños del automovilismo se destruían por el poco apoyo del gobierno, Ministerios y Privados. ¿Acaso no éramos buenos? ¿No hacíamos un buen espectáculo? ¿No poníamos la piel de gallina?. Que triste me pone esto, indeseada incluso para un libro de ficción o para un cuento de nunca acabar. Nos encontrábamos encerrados sin poder darnos a conocer.

Al fin del camino, una nueva luz se asomaba. Dos nuevos autódromos de nivel mundial nos abrían los ojos y hacían soñar. Comentarios en foros, asados, juntas, parques cerrados e incluso con la familia. ¡Tendremos un autódromo de verdad!. Era simplemente emocionante. Todas las categorías tendrán un nuevo hogar, uno que sería un lujo, quizás un poco complicado de acceder económicamente, pero por último, íbamos al paredón a ver como iban a pasar de rápidos esos Formula, carrozados y quizás un MotoGP. Nada nos detenía en soñar.

Al otro lado de la cordillera, nuestros hermanos Argentinos inspirados desde sus comienzos ya cultivaban el automovilismo desde la semilla. Veían el crecimiento con un apoyo increíble, el que acá, poco hemos tenido.

Codegua sería la casa para el nuevo recinto. Se inauguró con categorías simplemente hermosas, como lo son el CASV, F3 Renault, TC2000 nacional, Formula Punto Abarth y el Super TC2000. Las gradas se repletaron de fanáticos. Desde el borde de la pista, era simplemente emocionante ver toda esa cantidad de compatriotas vibrando y parándose de sus asientos en cada pasada por la recta principal, en una quinta marcha infinita que nos ponía nuevamente los pelos de punta. ¡Que hermoso!, era simplemente un sueño. La jornada se extendió hasta las 8 de la noche. El público no se quería ir, nadie se quería ír. Era nuestro sueño, era nuestra pasión, era nuestra vida!. Muchos decidimos vivir de esta pasión, y la estábamos viendo en primera fila. Era el primer paso para una nueva generación deportiva. Inclusive, algunos canales se animaron a hacer una que otra nota de cobertura (no suficiente, por supuesto).

En diciembre de 2014, el Autódromo Internacional de Codegua (AIC) era clausurado por el Segundo Tribunal Medio Ambiental. Esta noticia circuló por casi todos los medios de prensa nacional, incluso mas que cuando se inaguro. Si, las malas noticias y el populismo mueven mas que un deporte. La rabia e impotencia se apodero de todos. Los medios golpeaban como bombo en fiesta el cierre del autódromo, pero jamás hablaron de la inauguración y los beneficios que traerían.

Esta es una mas de las historias que hemos vivido en Chile. Un país en donde los apasionados por los fierros debemos luchas mas de la cuenta, en donde hacer una jaula puede costar el almuerzo de una semana, o quizás un juego de neumáticos puede recortar el presupuesto del mes y la falla de un motor provocar un problema familiar.

Nuestro fanatismo va más allá. Mucho más lejos que nuestra propia pasión, nuestro corazón late con un ritmo de revoluciones y la vida gira con pocas paradas en boxes. No pedimos algo gratis, tampoco regalos ni novedades, pero si le pido al gobierno que alguna vez tome en cuenta una pasión, dejada de lado de manera arbitraria. Así como muchos deportes, somos mirados en menos. Jugar Polo en Chile es tan complejo como para un joven intentar hacer carrera en Tiro al blanco. ¿Qué esperanza le doy a un niño que no tiene los medios para poder practicar un deporte?. Estamos tan abandonados como muchos otros deportes, pero tenemos la garra y fuerza para poder dar vuelta esto.

Quisiera en algún momento poder escribir sobre la siguiente fecha del STC2000 en un autódromo del sur, o quizás un Turismo Nacional recorriendo el mar de autodromos de nuestra larga franja de país.

Adjuntando fotos de todos ustedes en la graderías, boxes y autos. ¡60 mil personas en el autódromo de AIC para la nueva fecha del Turismo Nacional!. Puede sonar lejano, pero usted, que maneja el rumbo del deporte nacional nos tendrá que ver en algún momento, no somos pocos y muchos con garra con gran corazón.

Yo seguiré con mi auto de este lado, que junto a muchos batallamos para poder hacer lo que nos gusta.