Nos
La primera prueba consiste en trepar una subida bastante empinada para después dejar caer el auto en descenso con el control de velocidad electrónico. Más adelante dos rampas en posiciones opuestas nos obligan a poner el modo todo-terreno y ver el trabajo que hacen los diferenciales y la suspensión, donde sorprende el punto de gravedad de la Q7 al encontrarse de manera inclinada. Lo mismo los ángulos de ataque y salida son suficientes para enfrentarse a obstáculos un poco más rudos que los que un crossover compacto podría. La zona off-road finaliza con una «piscina» de piedras, para probar la suavidad de la suspensión, más estable y que compila más que en la generación anterior.
Sin embargo donde la Q7 se gana sus credenciales dinámicas es en la zona de asfalto. En modo Dinámico, dejamos que la caja automática, por lo corto del tramo, resuelva por si sola las marchas mientras nosotros maniobramos. El torque del V6 de 3 litros se siente inmediatamente, fuerza que es muy bien acompañada por la suspensión. No, claro, no es un SUV deportivo, pero emula bastante bien la sensación, con mucho agarre, estabilidad y maniobrabilidad, la que está dada por su dirección electromecánica sensible a la velocidad.
La sensación que nos queda es la de un SUV mucho más estable y deportivo, más fino en todos sus atributos y donde también la posición de manejo ayuda bastante. Se va con una nota alta.