Nascar: Cómo se vive una carrera desde el público

La carrera más esperada del año en la Nascar ha llegado. 35 fechas para llegar a la última que define al campeón de la división mayor, la Sprint Cup, y como ha sido la tónica en los últimos años, el Homestead Miami Speedway recibe a los 43 autos que darán emociones y entretención a todos. […]

La carrera más esperada del año en la Nascar ha llegado. 35 fechas para llegar a la última que define al campeón de la división mayor, la Sprint Cup, y como ha sido la tónica en los últimos años, el Homestead Miami Speedway recibe a los 43 autos que darán emociones y entretención a todos. Racing 5 tuvo la oportunidad de presenciar el evento in situ, y ésta es la vivencia que no es mostrada a través de la TV, y que sólo puede conocerse simplemente estando ahí, en las tribunas.

Llegó el Domingo 21 de noviembre y a las 7:30 am estaba en pie preparándome para asistir a la Nascar en Homestead. Aproximadamente 40 kilómetros separaban el Speedway de mi ubicación, por lo que era necesario tomar la autopista Turnpike para llegar más rápido ahí, y que también es el acceso principal a Homestead. Me comentaron que es un trayecto que no toma más de 35 minutos, pero mi experiencia de haber asistido a la IndyCar  en años anteriores me indicaba lo contrario. Dicho y hecho.

Llegando a la salida 14 de la autopista era posible ver las filas de autos que iban al óvalo, todos esperando llegar a la ansiada salida 7, la denominada «Speedway Boulevard», que es la que te lleva directo a los estacionamientos de la pista.  Luego de esperar aproximadamente media hora, logré tomar la salida y dar rumbo hacia el autódromo. Desde la misma autopista era posible ver en el cielo cuatro aviones con distintas publicidades de empresas, y eso también indicaba la localización del Homestead Miami Speedway. A estas alturas me había demorado casi dos horas en llegar, pero fue una espera provechosa para la recompensa que se venía después.

Al bajar del auto eran las casi las 11am, y ya se podía sentir el ambiente norteamericano que tan distinto es al europeo. Miles de autos parqueados, mucha familia haciendo asados, tomando cerveza, disfrutando de un domingo en que además  de ir a ver una carrera de autos, es una excusa para reunirse y hacer vida social. Todo es muy grato, te saludan, hasta te invitan a estar con ellos.  Pues bien, al estar ya cerca de la entrada al Speedway, múltiples trailers de los equipos de la Nascar están ubicados en un costado, vendiendo todo tipo de merchandasing y souvenirs de los pilotos de la Sprint Cup y también de la Nationwide Series. Una multitud de personas camina alrededor de ellos, comprando todo lo que hay (me incluyo!). Gorros, poleras, vasos, autos a escala, en fin, todo lo que se te pueda imaginar se vende, y a precios que varían entre un dólar (team Penske liquidando todo su material debido al cambio de Sponsor), hasta sobre los cien dólares para las chaquetas de cuero. Varios stand eran los más solicitados, pero el que se lleva todo el fanatismo es el de Danica Patrick, piloto que a pesar de correr unas cuantas carreras en la Nationwide Series, tiene una fanaticada a toda prueba, llevándose cualquier producto que tenga su nombre. El puesto de Juan Pablo Montoya también era muy solicitado, algo lógico ya que estamos en el Sur de la Florida, o como señaló Brutton Smith, dueño de varios óvalos, «Norte de Cuba».  Dale Earnhardt jr es otro stand que tiene bastante fanaticada, y también el de Jimmie Johnson, el cual después de finalizada la carrera tuvo un Sold Out en sus vitrinas.

Luego de recorrer las tiendas de los equipos, llegó el momento de ingresar al Speedway. Con mi ticket impreso, pasé la «revisión» (simplemente abrieron mi mochila, la miraron y sería) y entré.  El tamaño de las tribunas impresiona. Muy altas, modernas, además del edificio «VIP».  Todo está hecho para que los fans tengan la mayor comodidad posible. Baños por donde mires, puestos de comida en cada rincón de las graderías, en donde los hot dog y la hamburguesa eran los alimentos reyes. El termómetro marcaba casi los 30 grados, pero eran capeables debido a la sombra que daban las tribunas y además a la gran cantidad de puestos para bebestibles que había. Asimismo, todo era publicidad de Ford, el sponsor oficial de la carrera (la Ford 400).  El Ford Fiesta tenía una posición privilegiada, y además había autos Nascar  de Greg Biffle y Carl Edwars (hechos por Ford) para ser observados con lujo de detalle, algo que se agradece para entender la complejidad de estos autos.

El momento de la bandera verde se acercaba, y toda la gente seguía bebiendo y comiendo, disfrutando de un grato día. La presentación de los pilotos se escuchaba por todas partes, y aplausos para Montoya retumbaron en el Speedway, y pifias para Kyle Busch también. Ya eran las 12:40 y decidí ir a tomar posición en las tribunas, en la sección 236, fila 16 y asiento 19. Esta ubicación me permitía ver absolutamente toda la pista, algo que se agradece ya que no se pierde por ningún segundo la acción, además de estar frente al pit de Montoya, y muy cerca de la línea de meta, algo importante debido a las celebraciones post carrera.

Y luego de la presentación de los pilotos, vino toda la parafernalia a la que nos tienen acostumbrados los norteamericanos. Todos de pie, sacándose los gorros de la cabeza y con signo de respeto para escuchar la oración, y posterior a esto, un sonoro “Amén”. Por los altoparlantes se anuncia la entonación del himno patrio de los Estados Unidos de América, el cual será cantado nada menos que por el vocalista del grupo Poison y, como se señaló ahí, un gran fan de la Nascar, Brett Michaels.  Todos escuchando con respeto, pero a la vez con la vista en el cielo para observar el paso de los aviones F-16 (creo) de la Fuerza Aérea, y a continuación un gran aplauso y gritos por ser simplemente “americanos”. Debo reconocer que este momento pone los pelos de punta, y es muy emocionante el estar ahí.


Hasta que llegó el momento más esperado. Las palabras más famosas, dichas por Michaels: “Starts your engines”, seguidas de toda la algarabía de los que estábamos ahí. El sonido de los motores retumba, y ya nos sobábamos las manos para ver la bandera verde. Nadie se sienta, todos están parados, y cuando ya queda una vuelta para la verde, todos se emocionan y aplauden para que se inicie la carrera. Cuando ocurre esto, los autos aceleran y el sonido de ellos se hace cada vez más fuerte, siendo una delicia para los fanáticos. La velocidad que adquieren (sobre los 300 kilómetros por hora), es algo que emociona. Toda la gente feliz por ver que la carrera ha partido. No importaba los tacos, el calor, solo el hecho de verlos correr lo deja a uno por satisfecho.

A medida que avanzan las vueltas, la gente comienza a bajar de las graderías. Algunos se van para abajo a estar lo más cerca de la reja para ver a los autos pasar a tan pocos metros, y otros a refrescarse o buscar alimentos. La narración por los altoparlantes de la carrera casi ni se escucha debido al ruido de los motores que se escuchan en todo el circuito. Pueden estar en la recta opuesta, pero aún así el sonido llega hasta las tribunas. El uso de tapones es algo recomendado, ya que en algún momento los tímpanos te lo van a pedir.

Al ser la final del Chase, tres pilotos peleaban el campeonato. Jimmie Johnson, Denny Hamlin y Kevin Harvick eran los contendientes. Sin embargo, al contrario de lo que pensaba, la mayoría de la gente tomaba partido por el piloto del Hendrick Motorsport, y cada vez que Johnson adelantaba algún auto, era notoriamente vitoreado por la gente Para Hamlin y Harvick el apoyo era menor, e incluso muchos los pifiaban.

Seguían las vueltas y la emoción se mantenía entre todos los que estábamos ahí. Sin duda el público americano se abanderiza por algunos pilotos, pero más que nada también van a disfrutar de un buen espectáculo. Cada bandera amarilla era celebrada, ya que en unas vueltas más los autos volverían a partir, y ese sonido que hay al estar todos los bólidos juntos pone los pelos de punta.

Una ventaja de estar en un óvalo es que puedes ver absolutamente todo, incluso la acción en pits, y además estar a metros de la pista misma. Es por esto que mucha gente (incluyéndome) subía y bajaba a cada momento, simplemente para ver pasar los autos a tan poca distancia, y sentir el sonido y la velocidad a la que van estos carros. La sensación es simplemente indescriptible.

Y nos acercamos al final de la carrera. Las vueltas pasaban y era posible ver a través de la pantalla ultra moderna que posee el Homestead Speedway que Carl Edwards era el seguro ganador de la Ford 400, pero esto pasa a segundo plano, ya que es Jimmie Johnson, quien en el segundo lugar se transformaría en el flamante quíntuple campeón de la Sprint Cup. Entrando a la última vuelta, y siendo las 4:30pm, ya es un hecho, y la gran mayoría de la gente en mi sector comienza a aplaudir y vitorear a Johnson, ya sea por aplausos y con los gorros en la mano girándolos. Jimmie pasa la meta y es un júbilo en las gradas. Como típico evento norteamericano, la parafernalia se hace presente, y la celebración de Johnson es con burn out, además de algunos fuegos artificiales en la recta opuesta del óvalo. A los costados de los pits ya se comienza a mover la gente de la Nascar para preparar el podio, y camiones se acercan a la línea de meta para ello. Los espectadores que estaban en la zona de la recta se quedan a ver la celebración, mientras los que estaban en la salida de la curva 4 y entrada de la 1 comienzan a retirarse. El show comienza y todos celebrando. Johnson emocionado y la gente vitoreándolo, agolpándose a la reja, algunos (me incluyo) tratando de entrar a la pista, algo que fue infructuoso debido a los guardias de seguridad.

La celebración continúa por más de una hora, y ya la gente que se quedó comienza a retirarse, felices por una emocionante y entretenida carrera.  Son las 6pm, y la oscuridad ya se apodera de Homestead, pero nuevamente todos van a los puestos de merchandasing de los equipos a comprar los últimos souvenir de los pilotos favoritos. Todos se agolpan al del campeón Johnson, mientras que el de Hamlin está vacío. Ni hablar el de Harvick.



Luego de hacer un par de compras finales, me retiro hacia el auto, y a lo lejos observo este imponente coloso del automovilismo norteamericano, en donde se ha decidido en los últimos años al campeón de la Sprint Cup, la Nationwide Series, la Camping World Truck Series, La Izod IndyCar Series y Firestone IndyLights; y donde fui testigo de un hecho histórico en la Nascar, algo que nadie me borrará de mi cabeza.

A pesar de que ya hace dos horas que terminó la carrera, un taco eterno se observa desde el auto. Una hora después aun sigo en él, pero es lo de menos,  la sonrisa de la cara no me la quita nadie.

Mantente atento ya que en los próximos días Racing 5 sorteará un gorro oficial del equipo UPS de David Ragan.

Colaborador Racing5 -Especialista Automovilismo Norteamericano “Devoto de los autos desde chico, pero sobretodo del automovilismo americano y los óvalos, tipo de pista con la que alucino cada vez que veo una carrera en ellas y donde me distraigo del mundo por un momento y disfruto mi pasión con todo.”