Una historia de berlinas: Citroën XM, el buque insignia con suspensión hidroactiva

Tras el surgimiento y dominio de la fiebre de los SUV, el futuro de los grandes sedanes europeos es cuestionable. Sin embargo, treinta y dos años antes Citroën presentaba un modelo que marcó vanguardia en diseño y técnica: el XM. Este modelo trajo consigo innovaciones como la suspensión hidroneumática controlada electrónicamente que lo encaminaron a […]

Tras el surgimiento y dominio de la fiebre de los SUV, el futuro de los grandes sedanes europeos es cuestionable. Sin embargo, treinta y dos años antes Citroën presentaba un modelo que marcó vanguardia en diseño y técnica: el XM. Este modelo trajo consigo innovaciones como la suspensión hidroneumática controlada electrónicamente que lo encaminaron a ser galardonado como el “Auto del año 1990”.

El camino del XM en parte fue definido por la herencia de los 20 años de producción del DS (de 1955 a 1975). Tras descontinuar ese clásico, Citroën decidió desarrollar el totalmente nuevo CX, que se presentaba como una propuesta estructural, estética y tecnológicamente mucho más moderna. En él plasmarían toda la experiencia adquirida con el SM y, sobre todo, con el GS. Así, el CX era un auto muy aerodinámico, cómodo y particular, comparado con su competencia.

Citroën CX.

De aquel modelo se fabricaron más de un millón de unidades entre 1974 y 1991, lo que fue prueba del respaldo al proyecto del CX en su tiempo. Este modelo contó con versiones de gasolina y turbodiésel, con carrocerías de berlina y break (station wagon); una síntesis de todas las innovaciones de Citroën hasta entonces.

En la década de 1980 y ya bajo dominio de PSA, Citroën ya se había impuesto el siguiente desafío: diseñar un auto que debía concretarse antes de entrar en los 90s que fuese el sustituto directo del CX. Este auto iba a ser el tope de gama de Citroën por los años que venían y debía alcanzar, ojalá, una categoría todavía más alta. Este buque insignia mantuvo el concepto del particular diseño y las características tecnológicas del CX, pero tenía una carta muy especial que jugar: la nueva suspensión hidroactiva que la compañía había invertido tantos años en desarrollar.

Citroën XM.

Ese fue el XM, obra del genio Bertone. El nombre era la combinación de la ‘X’, propia de los Citroën de la época, con la ‘M’ de Maserati, al estar inspirado en el icónico Citroën SM, un coupé que fabricó Citroën y Maserati entre 1970 y 1975. En este diseño se le dotó de 12 cristales entre ventanas, parabrisas y el separador de ambientes entre los asientos y el portalón, que estaba ahí para proteger la climatización del habitáculo.

Cuando se presentó en 1989 lógicamente sus avances captaron el interés de los seguidores puristas de Citroën, ya que ofrecía por primera vez después de los tiempos del SM un motor de 6 cilindros (esta vez en V) potente y silencioso. Tenía también el sistema de dirección asistida hidráulicamente DIRAVI que tenía autocentrado y usaba el mismo circuito también para los frenos y la suspensión.

Citroën XM.

Hubo también versiones con un motor de 4 cilindros y dos litros de gasolina, así como otras con uno turbodiésel con una moderna culata de tres válvulas por cilindro que buscaba un andar silencioso y un bajo consumo. Pese a que era menos potente que el turbodiésel del CX, este bloque permitía mejores consumos al XM, en parte también por su diseño aerodinámicamente eficiente, con un coeficiente de penetración de 0,28. Muchos SUV de hoy querrían poder fluir así por el aire.

Este sedán era más amplio en su interior que su antecesor; de hecho, era similar al DS en ese apartado. El maletero también era generoso y de fácil acceso gracias al gran portalón, mediante el cual también se veía la segunda luneta. Sin embargo, el gran mérito de este auto fue la gran difusión de la electrónica que gestionaba la suspensión hidroneumática incluso en cuestión de 5 centésimas de segundo.

Esta gran berlina se puso a la venta en Francia en mayo de 1989 y se vendieron algo más de 330 mil unidades hasta el año 2000.

Soy un tipo sencillo. Cuando chico me picó el bichito de la pasión por los autos y los síntomas todavía no se me pasan. Los efectos secundarios me llevaron a estudiar periodismo. Hoy estoy acá para entregarme a quienes leen a la naranja.